El descanso en el espiritu


Autor: Padre Ceferino Santos

Con alguna frecuencia se viene dando en retiros de sanación, en oraciones de intercesión o de liberación, tras la unción de los enfermos con aceite bendecido, o tras la imposición de manos sobre aquellos por quienes se ora, el fenómeno llamado por algunos descanso en el Espíritu.

Otros prefieren traducir el ingles being alain in the Spirit, como fulminación en el Espíritu, dormición en el Espíritu o quedar abrumado por el amor y la presencia de Dios, o tener silencio en el Espíritu y reposo en El.

El verdadero descanso del Espíritu es un don carismático, otorgado a uno o a varios para trasmitir a otros una cierta protección de Dios, con lo que se alimentan la fe, la paz interior, la inteligencia de las enseñanzas recibidas y se facilita la practica de la vida cristiana, al suprimirse bloqueos o resistencias mas o menos conscientes a la acción del Señor, lo cual a veces se expresa o se visualiza con un rendimiento ante Dios que conlleva la perdida pasajera del equilibrio corporal, deslizándose suavemente hacia el suelo o sobre el asiento que se ocupa, con una cesación pasajera del movimiento corporal y local.

Dado que existen en la práctica pastoral y en la teoría dudas, equivocaciones y hasta errores en torno a este fenómeno del descanso del Espíritu, puede resultar útil y conveniente hacer algunas aclaraciones al respecto.

El descanso pertenece al carisma de sanación es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y de la memoria, con una llenumbre de la presencia de Dios, de su amor y de su paz, de modo que a veces, el cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a veces.

Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por sentirse asustado ante el, pero entonces no suelen seguirse en el que se ha resistido los frutos de paz y de oración mas recogida, y suelen quedar en el rastros nuevos de turbación o de inquietud. Algunos, que no se resisten a este don, tras la oración y la imposición de manos, se sienten caer suavemente hacia el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como relajadamente inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser pasajero y breve.

El aspecto principal del descanso en el Espíritu, es la fuerte presencia sanadora del Dios viviente, que purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores a su acción fortalece el alma para sobrellevar el peso del compromiso cristiano de un modo renovado. El que Dios llene la memoria y la imaginación de su presencia, de su amor de su sanación no presenta dificultades en la renovación Carismática ni fuera de ella.

El punto controvertido y discutible en el descanso en el Espíritu es ese sentirse anonadado por el peso del amor de Dios con el fenómeno espectacular de la caída suave del cuerpo hacia atrás o hacia adelante, hasta que el don se haya pasado. Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del cuerpo es como una señal externa de un nuevo rendimiento al Señorío de Cristo y de una nueva aceptación del amor y la voluntad de Dios sin resistencias.

En el descanso en el Espíritu la persona sigue teniendo control pleno de su entendimiento y de su voluntad. El entendimiento sigue libre para orar con la atención mas concentrada en Dios. Otros efectos, como la extinción de traumas, de bloqueos o cargas interiores, la iluminación espiritual o la sanación, dependen de las necesidades individuales del que recibe este don.

El verdadero descanso en el Espíritu, 1)- facilita la oración en tanto cuanto toca los sentidos internos dispersos y los unifica, 2)- facilita el sentido profundo de la presencia y del amor de Dios.

Estos dos efectos internos pueden darse sin el hecho exterior concomitante de la caída al suelo de la caída al suelo por el impulso poderoso y abrumador del amor de Dios.

Hay personas que creen erróneamente que caen al suelo porque han sido empujadas por el que les impone las manos. De hecho es el amor abrumador de Dios el que empuja y vence poderosamente obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales.

El poder de descansar en el Espíritu. Es el problema mas vidrioso de este don, que el Señor concede a algunos en los grupos de intercesión.

(1) El don parece en si valido por sus efectos buenos: paz, presencia de Dios, mas facilidad para orar, sanación de traumas y resistencias a Dios, liberación de opresiones.

(2) El descanso en el Espíritu no es expresamente una oración de quietud con su experiencia directa del amor de Dios, que aquí se experimenta con amor sanador mas directamente que como don de oración contemplativa.

(3) Tampoco se trata de un fenómeno natural de hipnosis, donde la voluntad queda casi totalmente suspendida y sometida al hipnotizador, donde la conciencia se entorpece y la memoria de la actividad desarrollada en hipnosis se pierde al volver en si. A veces esta alienación transitoria de la voluntad transitoria de la voluntad del hipnotizado resulta seriamente peligrosa. Nada de esto sucede en el descanso en el Espíritu: la voluntad y el entendimiento se mantienen despiertos y activos, sin someterse a nadie mas que a Dios.

(4) Tampoco se ha de confundirse el descanso en el Espíritu con un posible influjo diabólico, que emboba las potencias del hombre y obscurece, turba y debilita espiritualmente el alma y lleva al que lo padece a buscar sitios concurridos para llamar la atención de otros y distraerlos de su oración o de la sanación interior en curso. Este influjo diabólico deja gran turbación, depresiones y falta de paz en el que lo ha recibido.

(5) Ha habido abusos por parte de personas que por su debilidad psicológica o por ganas de atraer hacia ellas la atención simularon el descanso en el Espíritu. Los efectos posteriores de tristeza, depresión, angustia, oscuridad espiritual, insatisfacción y falta de paz, declararon la falsificación de un don carismático.

(6) Se necesita, por tanto, enseñanza sana, discernimiento y guía espiritual recta durante este ministerio de sanación por el descanso en el Espíritu y después de el. No conviene despertar al que esta; en el descanso en el Espíritu, no se le turbe tras el con preguntas agobiantes e indiscretas; no se le obligue a dar paseos para despejarse, etc.; al que tuvo el descanso déjesele tranquilo por un rato largo para que el don de Dios produzca sus efectos buenos sin interferencias humanas. En el falso descanso, despiértese al paciente.

(7) No se haga del descanso en el Espíritu el don central del ministerio de sanación. La sanación viene de la presencia de Jesús sanador y Salvador y del poder de su Espíritu aceptado desde la fe.

(8) Tampoco se caiga en el otro extremo de denunciar este don como algo ajeno a la Renovación Carismática y como una novedad de la Iglesia. Se trata de un fenómeno conocido en la historia de la Iglesia.

(9) En el descanso en el Espíritu la mente esta mas clara para acoger a Dios; no es por tanto un desmayo donde la inteligencia se nubla o se pierde temporalmente. El descanso en el Espíritu (fenómeno de sanación) nada tiene que ver con la caída al suelo en una crisis epiléptica (enfermedad con pérdida de sentido, espumarajos, estremecimientos, cf. Mc. 9.18: lo derriba al suelo le hace echar espumarajos y rechinar los dientes). Este mismo niño del Evangelio de San Marcos, cuando recibe la curación fisiológica de su epilepsia, la psicológica de sus desmayos y la espiritual, liberado de aquel Espíritu malo que le arrastraba hacia el fuego o hacia el agua para destruirlo, queda en una especie de descanso en el Espíritu (Mc.9.26: el muchacho quedo curado como muerto), pero enseguida Cristo lo levanto y estaba sano.

(10) El descanso en el Espíritu es diferente del éxtasis sobrenatural, donde la mente queda absorbida en Dios y elevada para conocer sus misterios, con cesación del ejercicio de los sentidos exteriores. San Pablo nos recuerda este don de oración mas propio de almas perfectas, cuando nos dice que subió arrebatado hasta el tercer cielo en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo se, y oyó palabras arcanas que el hombre no puede pronunciar. (2 Cor.12, 2-4). El mismo San Pablo cuando se convierte a Cristo, recibe una especie de descanso en el Espíritu, como don de principiantes; y cae en tierra de su caballo sin hacerse daño (Hch.9.4; Pablo cayo en tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, por que me persigues?). El descanso en el Espíritu es un don mas propio de principiantes.

Conclusión. Estemos abiertos para acoger los dones de Dios y aceptemos la invitación de Dios a entrar en su descanso para reposar de los trabajos (Heb.4.10), sin esperar solo el descanso definitivo y celestial. También en su vida mortal, Jesús invito a sus discípulos a un lugar retirado a descansar por un rato (Mc.6.30). Hoy también sigue haciéndolo con nosotros.

«El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la Liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la Libertad a los oprimidos y Proclamar un año de Gracia del Señor» Lc 4,18-19

ORACION CONTEMPLATIVA


ORACION CONTEMPLATIVA o CONTEMPLACION:

En este tipo de oración el orante no razona, sino que trata de silenciar su cuerpo y su mente para adorar y/o escuchar a Dios en el silencio.

La oración de silencio o contemplativa, típica de la espiritualidad de Sta. Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz se fundamenta en un dato de fe: Dios nos inhabita, somos «templos del Espíritu Santo»(cfr. 1ª Cor.3,16). Por eso la oración de silencio es un movimiento de interiorización, en la que el orante se entrega a Dios que habita en su interior; no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en el alma su trabajo de alfarero para ir moldeándola de acuerdo a Su Voluntad (cfr. Jer. 18, 6).
«Entra», dice Teresa, porque tienes «al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa … no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí … Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias (voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con su Dios».

La contemplación o gracias místicas que pueden darse en este tipo de oración, son un don de Dios, pero no pueden lograrse a base de técnicas, ni siquiera son fruto del esfuerzo que se ponga en la oración, sino que como don de Dios que son, El da a quién quiere, cómo quiere y cuándo quiere. Buscar a Dios en la oración de silencio depende del orante.
Recibir el don de la contemplación depende de Dios. Dice Sta. Teresa: «Es ya cosa sobrenatural … que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos». Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que las gracias místicas que puedan derivarse de este tipo de oración no son su verdadero fruto, ni siquiera son necesarias para obtener ese fruto, que es el ir haciendo nuestra voluntad una con la de Dios.

Un error común es creer que ésta, que es la oración más elevada, está reservada sólo para unas poquísimas almas escogidas, generalmente monjas o monjes de claustros y comunidades contemplativas. Este tipo de oración es para todo aquél que desee buscarla. Sta. Teresa de Jesús dice que la oración contemplativa es la «Fuente de Agua Viva» que Jesús promete a la samaritana y que la promete para «todo aquél que beba» (Jn.4-13).

¿COMO ORAR?
¿COMO HACER ORACION DE CONTEMPLACION?

SE REQUIERE SOLEDAD Y SILENCIO:

Hay que empezar por crear soledad. «Así lo hacía El siempre que oraba», dice Sta. Teresa. Soledad para entender «con Quién estamos». Silencio del cuerpo y de la mente para buscar a Dios en nuestro interior. Es en el silencio cuando Dios se comunica mejor al alma y el alma puede mejor captar a Dios. En el silencio el alma se encuentra con su Dios y se deja amar por El.

¿QUIEN PUEDE HACER ESTE TIPO DE ORACION?

Según Sta. Teresa, la oración de contemplación es la «Fuente de Agua Viva» que prometió el Señor a la Samaritana (cfr.Jn.4). «Mirad que os llama a todos … no dijo a unos daré y a otros no». Es decir, no dijo que daría de esta «Agua» a ciertos escogidos, sino dijo: «Todo el que beba de este agua, no volverá a tener sed» (Jn.4, 13).

NUESTRA PARTICIPACION EN LA ORACION:

La persona debe poner su deseo y su disposición, principalmente su actitud de silencio (apagar ruidos exteriores e interiores). El silencio aún no es contemplación, pero es el esfuerzo que Dios requiere para dársenos y transformarnos. Además, orar se aprende orando, «sin desfallecer», como dice el Señor. La única forma de aprender a orar es: orar, orar, orar.

LA PARTICIPACION DE DIOS:

La participación de Dios escapa totalmente nuestro control y El -soberanamente- escoge cómo ha de ser su acción en el alma del que ora. En ese silencio de la oración contemplativa Dios puede revelarse o no, otorgando o no gracias místicas o contemplativas. Esta parte, el don de Dios, no depende del orante, sino de El mismo, que se da a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere y dónde quiere. La efectividad de la oración contemplativa no se mide por el número ni la intensidad de las gracias místicas, sino por la intensidad de nuestra transformación espiritual: crecimiento en virtudes, desapego de lo material, entrega a Dios, aumento en los frutos del Espíritu, etc. La oración contemplativa es siempre una experiencia transformante, haya gracias místicas o no.

CONDICIONES PARA LA ORACION CONTEMPLATIVA.

FE:

Creer que Dios está aquí. Voy a mi habitación, como nos dice Jesucristo, viviendo la fe, la fe que me dice que mi Padre está allí. ¿Lo veo? No … lo sé, pues Jesús me dice: «Tu Padre que ve los secretos te premiará» (Mt.6,6,).

PUREZA DE CORAZON:

Buscar a Dios por lo que es y no por lo que da. «Buscar no los consuelos de Dios, sino el Dios de los consuelos» (Sta. Teresa de Jesús). Se trata de buscar al Señor y no los dones del Señor. Se debe esperar al Señor que es el imprevisible por excelencia y no los dones del Señor. Esto implica que se debe ir a la oración desapegado para encontrarse con el Señor en la forma que El elija: pueder ser árida, fervorosa, sensible, contemplativa. El orante va a dar su vida, su ser, su «nada». En una palabra: se va a la oración a «dársele» uno a Dios.

HUMILDAD:

La Contemplación es don «que no se puede merecer» (Sta. Teresa). Reconocerse «nada» ante Dios, pues lo somos. Dios es el «Todo». Sus creatura nada somos, nada podemos, nada tenemos fuera de El. Creer esto de veras es comenzar a ser humilde.

SENCILLEZ – POBREZA e INFANCIA ESPIRITUAL:

«Yo te alabo, Padre, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así te pareció bien» (Mt.11, 25). Hacernos sencillos, es decir, sabernos incapaces, para poder recibir en la oración la Sabiduría que viene de Dios. Hacernos pobres en el espíritu para dejarnos colmar de todos los bienes del Señor, a través de la oración. Hacernos pequeños para que Dios pueda crecer en nosotros a través de la oración. Hacerse niños para poder creer y confiar en Dios nuestro Padre como los niños confían en sus padres.

DESEO INICIAL DE ORAR Y PERSEVERANCIA:

A esto llama Sta. Teresa «determinada determinación», que se requiere para iniciar el camino de oración y para mantenerse en él, y que es necesaria para poder enfrentar las resistencias que emergen de nuestro interior, así como los obstáculos externos, entre los cuales incluye «los miedos que os opusieren y los peligros que os pintaren». Se refiere la Santa a la oposición de ciertos teólogos de su tiempo con quienes polemiza con su viveza característica: «Ni sabéis cuál es oración mental, ni cómo se ha de rezar la vocal, ni qué es contemplación; porque si lo supieseis, no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro». La determinación no es sólo para el arranque inicial, sino sobre todo para continuar en el camino. Conocía muy bien por experiencia Sta. Teresa, cómo las mejores determinaciones no resistían el paso del tiempo y el acoso de las tentaciones. Por eso decía: «Somos francos de presto y después tan escasos». Y recomendaba: «A los que han comenzado, que no baste nada para hacerlos tornar atrás … que no deje lo comenzado».

ENTREGA DE LA VOLUNTAD:

La Oración de Contemplación requiere una entrega total, un «sí» incondicional y constante. Buscar a Dios para dárnosle, sólo porque El es. El orante «ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor» (Sta. Teresa). Entregar la voluntad es ir conformando la voluntad con la de Dios; no imponerle a Dios nuestra propia voluntad. Entregar la voluntad es ir aceptando los planes de Dios para nuestra vida; no es imponer a Dios nuestros propios planes. Entregar la voluntad es cooperar con los proyectos que Dios tiene para nuestra existencia; no es exigir a Dios Su cooperación para los proyectos que nosotros nos hemos hecho. Entregar la voluntad es esperar pacientemente el momento del Señor, pues Dios tiene sus ritmos y sus tiempos. «Su Majestad sabe mejor lo que nos conviene; no hay para qué le aconsejar lo que ha de dar». Entregar nuestra libertad para que El pueda hacer en nosotros según Su Voluntad es condición importante para la Contemplación.

VIVIR EL PRESENTE:

Para orar hay que centrarse en el momento presente. No hay que hurgar en el pasado -salvo en los casos en que debemos revisarlo para corregir nuestras tendencias. Tampoco hay que pensar en el futuro, sobre nuestros planes y deseos. Hay que estar en el ahora: aquí está Dios.
La siguiente experiencia mística puede mostrar cuán importante es esta condición para la oración: «Estaba lamentándome del pasado y temiendo el futuro. De repente mi Señor estaba hablando: MI NOMBRE ES ‘YO SOY’ … Cuando vives en el pasado con sus errores y pesares, es difícil, Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES ‘YO FUI’ … Cuando vives en el futuro con sus problemas y temores, es difícil. Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES ‘YO SERE’ … Cuando vives en este momento, no es difícil. Yo estoy aquí. MI NOMBRE ES ‘YO SOY'» (Poema de Hellen Mallicoat).

APOYOS EN LA ORACION:

VIDA SACRAMENTAL: EUCARISTIA Y CONFESION.

La Oración debe estar centrada y enraizada en una vida sacramental fuerte y frecuente.

COMUNIDADES DE ORANTES (de personas que oren):

Sin desconocer su propia culpa, Sta. Teresa de Jesús achaca el tardío encauzamiento de su vida de oración a la falta de personas con quienes compartir y «tratar» de oración. Y atribuye al «trato» con personas de oración a su definitivo enrumbamiento por ese camino.
Así, Sta. Teresa asigna a un grupo de apoyo un valor excepcional en la promoción, mantenimiento y culminación de la vida de oración personal: «Aconsejaría o a los que tienen oración … procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo … Es cosa importantísima … Gran mal es un alma sola entre tantos peligros … Está todo el remedio de un alma en tratar con amigos de Dios». La comunicación de experiencias de oración es más pedagógico que todos los discursos sobre la oración.

EL CAMINO DE SANTIDAD

COMO SUBIDA A UNA MONTAÑA:

El camino de la santidad se puede comparar con una excursión a la cima de una montaña, parodiando a San Juan de la Cruz con su «Subida al Monte Carmelo». Para ir de excursión se requieren ciertas cosas, que equivalen a los APOYOS necesarios en la Vida de Oración:
Agua: la Oración es esa «Agua Viva» que promete Jesús a la Samaritana y que a todos dará y no tendremos ya más sed.
Alimento: La Sagrada Eucaristía es el alimento de nuestra vida espiritual. La alimentación debe ser diaria, para de veras estar nutridos.
Medicina: La Confesión es la medicina con que cuenta nuestra alma caso de enfermarse o decaer.
Compañía: Una excursión no se hace sin acompañantes. Ser parte de una comunidad o grupo de oración es condición importante para la subida a la cima de la montaña de la santidad.